El recambio habitacional es mínimo al compararse con países desarrollados. La falta de crédito, el apego y un mercado rígido limitan la movilidad residencial.
En Argentina, cambiar de casa no es algo frecuente. A diferencia de lo que ocurre en países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia, donde una persona cambia de vivienda entre 6 y 10 veces a lo largo de su vida, en el país ese ciclo se limita a una o dos mudanzas por adquisición. Esta baja movilidad habitacional responde a factores económicos, culturales y estructurales del mercado inmobiliario, y tiene consecuencias urbanas, sociales y financieras.
El concepto que define esta dinámica es el de “recambio habitacional”, que mide cuántas veces una persona accede a una nueva propiedad como parte de su ciclo vital. En países con mercados más flexibles, es habitual que las personas compren una vivienda inicial, luego una más grande en la etapa de crianza y finalmente otra más accesible al envejecer. Ese modelo no se replica en la Argentina.
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