Ofrecen planes extendidos para impulsar las ventas de esos inmuebles, adaptándose así a las nuevas condiciones macroeconómicas.
Un puñado de desarrolladores comenzaron a flexibilizar el acceso a las compras de unidades en el pozo ofreciendo pagos en pesos y más cuotas tanto a consumidores finales como a inversores, en vista a un inminente agotamiento de los inmuebles usados en venta.
En la actualidad, los préstamos hipotecarios impulsan esta actividad. Por este medio, se coloca cada mes el 6% de la oferta de propiedades usadas. En mayo, representaron el 22% de las escrituras totales en ese período, según el Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires.
Al mismo tiempo, cayó la participación de los inversores en el sector. Esto fue producto de cierta estabilidad del dólar y de la inflación. “En otros tiempos, algunos compraban tres o cuatro departamentos para hacer una inversión. Ese cliente casi desapareció. Ahora, está más que presente el comprador genuino”, remarca Alejandro Ginevra, director de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (CAMESI).
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