Con precios más realistas, pero con una limitada oferta crediticia, la plaza busca alternativas para hallar un nuevo equilibrio.
as políticas económicas pasan, los ministros cambian, pero hay demandas que siguen inmutables. Es el gran valor del mercado inmobiliario, que tanto para su sector de vivienda como el de espacios de trabajo y producción, no se convierte en variable de ajuste. Los créditos hipotecarios pueden mover la aguja según las condiciones de contratación en un mercado infra financiado como el argentino, pero es el que tiene los índices más bajos de morosidad.
Doble vara. Sin embargo, la otra característica propia del ámbito local es la dualidad monetaria: mientras las operaciones de compraventa de la mayoría de los bienes los precios están dolarizados pero los ingresos de buena parte del público están pesificados. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en abril, la cantidad de escrituras muestran una recuperación notable, con 5.471 registradas, un 50,5% más que el mismo mes del año pasado y el mejor registro desde abril de 2018, cuando se inició la parálisis sectorial. El monto involucrado superó los $727.000 millones (+160% interanual) y las operaciones con hipoteca crecieron casi 10 veces y también alcanzaron el récord de los últimos siete años, según datos del Colegio de Escribanos de CABA. Según proyecciones de Francisco Bosch, director de la firma Miranda Bosch Real Estate & Art, todavía hay margen para profundizar esta recuperación si aparecen medidas concretas que estimulen la inversión formal, además de la percepción de una estabilidad macroeconómica que aísle al mercado de las turbulencias habituales que socavan la rentabilidad y arruinan la inversión.
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