El sinsentido de una formación cara, extensa y obligatoria para los corredores inmobiliarios

formación obligatoria de corredores

Forzados a pagar una carrera de tres años y medio, y con trabas que dificultan la actividad profesional, los corredores padecen su ingreso al mercado.

Con la legislación vigente hoy en Argentina, el acceso al mercado por parte de quienes aspiran a ser corredores inmobiliarios es una carrera de obstáculos: deben afrontar una formación costosa y obligatoria que se extiende por tres años y medio, y una vez graduados en algunos distritos necesitan el aval de dos colegas que den fe de su calidad profesional.

Son exigencias únicas en el mundo que, en lugar de focalizarse en la capacitación que emana del oficio y enriquece la experiencia, solo limitan y dificultan las incorporaciones a la escena laboral. 

Barreras anacrónicas y en contra de la evolución del mercado

El título de corredor solo se consigue pagando. No hay ninguna universidad que permita recibirse de manera gratuita”, advierte Mariano García Malbrán, presidente de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (CAMESI).

Pero ese costo es solo el comienzo de una ruta complicada, porque cuando el graduado quiera matricularse, se encontrará con exigencias de muy difícil cumplimiento. “Por ejemplo, en San Isidro -marca García Malbrán- el formulario para matricularse debe ser firmado por dos corredores de más de 10 años de antigüedad, que se responsabilicen por la futura actividad profesional” que ejercerá el aspirante.

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Graduados enfrentan desafíos debido a la formación obligatoria corredores en Argentina

“De este modo, alguien que recién se recibe debe pagar unos 3.000.000 de pesos entre gastos e informes, contactar a dos martilleros que probablemente ni conozca, alquilar un local, encargar marquesinas, contratar a una secretaria, pagar a portales inmobiliarios…”, enumera el directivo cuando describe el recorrido inicial de quienes procuran insertarse laboralmente en la actividad.

La formación obligatoria de corredores inmobiliarios bajo la lupa

A su juicio, las barreras de acceso impuestas por los Colegios de Martilleros “resultan anacrónicas y contrarias a la evolución del mercado. La exigencia de una carrera universitaria de tres años o más como única puerta de entrada no responde a las necesidades actuales, donde lo que se requiere es formación práctica, actualización permanente y una actitud profesional adaptada a la dinámica del negocio”, considera García Malbrán.

Desde CAMESI no se plantea en absoluto un rechazo a la formación, sino que se busca que sea moderna, ágil y útil. En ese sentido, García Malbrán menciona la posibilidad de que se pueda hacer un curso de 6 u 8 meses de duración, en entidades certificadas que estén facultadas a otorgar un comprobante que permita ejercer la profesión. 

Así lo establece un proyecto de ley de Libertad Inmobiliaria presentado por el diputado Alejandro Bongiovanni (Propuesta Republicana, PRO), que también postula que la colegiación profesional no sea obligatoria, considerando que esas entidades “exigen una cuota y el pago de aportes previsionales sobre las comisiones que se perciben, pero no brindan servicios” a sus representados.

Actualización continua en beneficio de toda la actividad inmobiliaria

La iniciativa de Bongiovanni propone garantizar la libertad de acceso y ejercicio de la actividad comercial de intermediación en operaciones sobre bienes inmuebles, eliminando las restricciones legales que la limiten, promoviendo la libre competencia entre oferentes y asegurando a los consumidores el derecho a elegir libremente a sus intermediarios.

En un mercado como el actual, que demanda prestaciones con altos estándares y cintura para adaptarse a los cambios, los corredores inmobiliarios deben capacitarse permanentemente para desarrollar con plenitud su perfil comercial, interactuar de manera óptima con los clientes y volverse más exitosos y rentables.

Pero esa actualización continua tiene que contar con un punto de partida lógico, que abra posibilidades de crecimiento para toda la industria. 

No se trata de renunciar a la capacitación: por el contrario, quienes ejercen la intermediación inmobiliaria deben acreditar idoneidad y contar con la preparación adecuada para enfrentar las demandas actuales, pero siempre dentro de un modelo flexible que garantice calidad profesional sin trabas corporativas.