Evolución del sector inmobiliario: por menos obstáculos y mayores oportunidades

Evolución del sector inmobiliario

Mientras más protagonistas del sector inmobiliario alzan la voz para señalar las falencias de un mercado que está híper regulado y a medida que la vanguardia de la industria se mueve hacia una mayor flexibilización, vale la pena detenerse a sopesar algunas cuestiones que resultan fundamentales.

En principio, desregular la actividad no significa abolir el régimen de colegiación. Desde la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (CAMESI) consideramos que la matriculación obligatoria y compulsiva tiene un objetivo de control y recaudación que pesa y obstaculiza enormemente el crecimiento y desarrollo de los corredores y emprendedores que deseen incorporarse al mercado. En ese sentido, creemos que la matriculación no debe ser obligatoria porque somos una sociedad que adscribe y respeta el derecho constitucional de la libre asociación: esto es algo que ocurre en todos los rubros de la economía excepto en el sector inmobiliario.

“No se busca que deje de existir la carrera universitaria ni la figura del corredor inmobiliario. Claramente debe existir la posibilidad de que se colegien quienes lo deseen. La colegiación debe ser una elección, no una imposición. Pero también pueden hacerse exámenes y certificaciones, y que luego los corredores se inscriban en un registro nacional, por ejemplo. La realidad es que el profesionalismo no se adquiere en la universidad, sino en la formación posterior, en el hacer de cada día de trabajo, y está vinculado con las habilidades en comunicación y marketing, trabajo en red, uso de CRM, entre otras cuestiones que hacen al éxito de un corredor”, afirma Mariano García Malbrán, presidente de CAMESI y director de Keymex Argentina y Latinoamérica.

Libertad versus obligación: la formación profesional

A contracorriente de lo que ocurre en otros países, donde no existe la colegiación y el mercado está desregulado, Argentina es el único lugar del mundo en el que los corredores deben cursar una carrera universitaria de 3 años en establecimientos privados, colegiarse y pagar la matrícula para poder trabajar.

Eso significa que los Colegios de Corredores ostentan el monopolio de la certificación de idoneidad de los profesionales. Lo hacen, además, sin ningún respaldo ético, sin brindar servicios de calidad, ni aportar prestigio a los matriculados. La excesiva regulación, en definitiva, responde a la conveniencia de los intereses personales de un grupo de dirigentes que utiliza a los Colegios como ámbito para generar poder, atomizar el sector y perpetuarse en sus cargos.

Asimismo, los Colegios –a través de los Tribunales de Disciplina– se dedican desde hace años, y casi exclusivamente, a perseguir a aquellos corredores inmobiliarios que trabajan con marcas. Además de hostigar, esa postura genera innumerables procesos burocráticos y denuncias en la Justicia cada año provocando enormes perjuicios (económicos, laborales y personales) a los corredores y emprendedores.

Costos y barreras del sistema inmobiliario actual

Para terminar con esas y otras prácticas que obstaculizan el desarrollo del sector, sería útil que los Colegios compitieran con otras formas de agrupación o asociación de corredores en la prestación de servicios que agreguen valor a la profesión, ya sea capacitación, formación y asesoramiento en todos los aspectos del negocio inmobiliario, desde el marketing hasta las prestaciones sociales de salud y jubilación. Desregular no implica eliminar los Colegios, sino conseguir que compitan por servicios y prestigio.

“El corredor debería tener libertad para trabajar y asociarse de manera voluntaria a un ámbito que le aporte valor y prestigio a su carrera, que le sea útil para desarrollarse y crecer personal y económicamente”, considera García Malbrán.

Así, en lugar de que unas pocas personas decidan el rumbo de un importante sector de la economía, imaginamos una gran mesa de diálogo en la que converjan todos los actores de la industria de bienes raíces. La evolución del sector inmobiliario vendrá de la mano de una mayor transparencia y de una mayor libertad para innovar y competir. Estamos frente a un momento histórico que representa una ventana de oportunidades para garantizar un mercado más accesible, dinámico y con reglas claras.